jueves, 30 de enero de 2020


Todavía tengo que aprender
a pararme igual que las gaviotas.
Llevo días observando la forma
en que descansan a la hora del almuerzo.
Hay un ventanal inmenso junto al lago.
Las veo llegar, quedarse.
Ahora hay veintiséis y son las doce.
Imagino que miran
la ondulación del agua,
algo perdido,
algo que fue y vino tantas veces
que no sorprende a nadie.
Las miro para ver si aprendo.
Tengo que aprender.
Quiero hacer igual que las gaviotas
que contemplan sin miedo la belleza
paradas sobre el muelle devastado
.


2 comentarios:

  1. Su poesía tiene un no sé qué, algo que atrapa al momento de leerla. Felicitaciones.

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