Este es uno de los dos fresnos que da sombra a mi casa. Desde pequeña advertí que el ruido de los autos sobre el asfalto, con los ojos cerrados, se parece al ruido de las olas rompiéndose. Estoy hecha de estos pequeños hallazgos. He sobrevivido a la gran catástrofe, pienso, nadie va a quitarme lo que no tengo. Como el espejo roto, sirvo para reflejar el vacío. Un minuto de brisa y canto en Muñiz.
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