Ayer me di cuenta de que hace mucho que no escucho música. Quiero decir: no enciendo la radio, no pongo un cd. Nada. Ando en silencio como quien camina junto al mar. Lo último que escuché fue una melodía que apareció mientras escribía Mascarón de proa. No sé de dónde apareció. Fue una melodía que no había oído jamás y que tiempo después reconocí en una canción: The rip tider, de Beirut.
Administro el aire.
Lo cuido.
A veces no puedo respirar.
La épica de los días vividos dejó las patas de un caballo sobre mi corazón.
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