No sabíamos que era posible
que el silencio
se volviera costa.
Es de noche,
estamos solos y el miedo
nos devuelve
extraños.
Nuestros huesos
piensan: ¿habrá alguien
en esta costa
interminable?
Nadie responde porque el
silencio
se construye así: apretando las flores
desde sus cálices.
se construye así: apretando las flores
desde sus cálices.
Tarde o temprano
amanecerá,
con o sin miedo,
y alguien
encontrará sobre la arena
las flores que matamos para no decir.
las flores que matamos para no decir.
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