La soledad del
desayuno. El mate. El silencio que me acerca al poema. Como un ritual, que la
primera comprensión del mundo sea el poema. Leer uno. Cuando todavía
no es posible pensar. Hacer que el poema pase por la sangre. Hoy, Nicanor
Parra. Sentir el olor de las tostadas. Ir despertando. Dar gracias de que
este año el fresno que está en la vereda toque la pared de mi cuarto y me
acerque a los pájaros. Oír a los pájaros. Intentar comprender la complicidad
del canto. Identificar, entre las hojas, el llamado y la respuesta. No entender
qué se dicen. Volver a poner agua en el mate. Parecería que lo verdaderamente hermoso no se
comprende. No se comprende y sucede, y entonces es hermoso. Entonces no queda otra que sonreír. Sonreír hasta
que se pongan chiquitos los ojos.
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