Es un placer redondo como un vino
un movimiento libre de las manos,
un robo millonario sin castigo.
Es un premio dorado, una medalla,
misericordia pura de asesino,
un pliegue caprichoso del destino:
ser el caballo que saltó la valla.
Es un placer liberador de estrellas,
es descubrir un día a cualquier hora
que ya no importa más y no hay querella.
Has comprendido que el amor se ha ido,
que del amor impar se sale sola,
ni un verso des al que no te ha querido.