De todos los remedios
caseros que conozco
el de la soltería
es el más complicado.
Requiere que se unte
el cuerpo enteramente
con la tierra de Iruya.
Iruya queda en Salta
y es un pueblo de polvo
perdido donde el hombre
recobró la paciencia.
Si está lejos de Salta,
tome un avión, un tero,
viaje usted como pueda
lo importante es que llegue.
Hecho esto, encremada
con el barro de Iruya
piense en todos los hombres
que no quiso mirar.
Mire a todos, de a poco
con los ojos de Iruya.
Recapacite, piense,
cuánto amor macerado
(siempre hay alguien
que espera
un vecino, un amigo
el hermano de alguien
el padre de una amiga,
qué se yo, piense en algo).
Hecho esto, con calma
quítese todo el barro
sienta cómo la tierra
le devuelve la cara
cómo huele la piedra
cómo el poro conoce
lo esencial y se cierra
con el amor adentro.
Ahora salga, camine
tome un trago,
disfrute,
conozca a mucha gente
bese a todos.
La boca
no cuenta si no habla.
Bese nomás,
que nadie
vuelve solo de Iruya.