Sobre mis párpados
tengo sentadas
dos gatas negras.
Te miran.
Cuando parpadeo
arquean sus colas
alzándolas como una falda.
Buscan con sus hocicos
la humedad de tu boca
refriegan sus cuerpos
por tu sexo
haciendo un zigzag
entre tus piernas y el techo.
Luego vuelven,
atorrantas,
a esperar sobre mis ojos.
in-cre-i-ble
ResponderEliminarGracias, Daiana!
ResponderEliminarA esto llamo yo dosis justa de erotismo. Una belleza esta imagen y creo ya, después de leerte casi diariamente, que tus poemas vinculados al sexo tienen un muy particular encanto. Difícilmente podrá uno ponerse a un costado de ellos, porque te inflaman naturalmente, casi como el amor mismo. ¡Bendiciones, amiga!
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