He corrido bajo la lluvia hasta la soga
con la ilusión de un náufrago.
He dado el tirón para acercar
la camisa blanca, las sábanas.
Algunos broches han saltado al suelo,
y no me importa porque he corrido
bajo la lluvia hasta la soga
y ahora intento
recoger
la funda de la almohada,
dos remeras, un corpiño,
estos repasadores que no llegaron a secarse.
Es curioso lo que sucede con la lluvia:
nos hace creer que existe una familia.
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