Como si estuvieras
con los pies descalzos
sobre el borde
de cara al
precipicio
y el viento te
moviera los tobillos.
Estás vos ante el
polvo,
con el grito
pegado a la garganta,
tu grito que
subió
desde tus pies
descalzos,
tus pies
descalzos de punta al precipicio
y con el viento que sigue dando vueltas
metido en tu
cabeza.
A esta altura el viento está metido
en tu cabeza, en tu coraje, en tus tobillos
A esta altura el viento está metido
en tu cabeza, en tu coraje, en tus tobillos
y el grito crece
ahí
llenando tu garganta.
El grito ahí.
Ahí.
El grito entero
ahí
cerrado en la garganta,
grande como un
millón de estrellas.
Un alarido atado
y luminoso
hace una cruz adentro de tu boca.
Vas a soltarlo cuando te das cuenta
que entre tus brazos
hay un bebé
que duerme.
Y no gritás.
No gritás, dios mío, no gritás.
Eso es un nudo.
Fantástico tu blogger, tus reflexiones, tus poemas tus letras, Valeria.
ResponderEliminarGracias, un placer leerte y un saludo cordial.
Certera poesía.
ResponderEliminarSaludos.