Ahora no tengo suerte
con los helechos.
Cuando sea vieja
tendré un helecho
furioso y verde,
una selva en un rincón del living.
Ahora no.
Ahora mueren después de haberse puesto
tristes.
A las viejas los helechos les crecen
de maravilla:
Es que tienen siempre la casa húmeda,
tibia, con olor a musgo.
Se mueren ellas.
Pero eso es otro tema.
QUE PEDAZO DE POEMA!!!!!!
ResponderEliminarEs un honor que me leas, Emilia.
ResponderEliminarUna de mis abuelas cultivaba los helechos serrucho (de los más ¨difíciles¨) en los peldaños de la escalera descubierta que llevaba a la terraza. Jamás comprendí cómo una planta tan delicada sobrevivía con sólo las palabras y las caricias que mi abuela les prodigaba todas las mañanas escalón por escalón. Qué buen recuerdo que me devolviste hoy! Gracias, poeta! Y gracias a Dios que has vuelto!
ResponderEliminarSabiendo la existencia del tercer y penúltimo verso...¿Como sigues deseando belleza?...Perfecto.Abrazos.
ResponderEliminarGracias, José Manuel!
EliminarQué helechos habrá tenido tu abuela, Carlos! Ya me los imagino!
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