No sé dónde se fueron tantos besos
hicimos tantos buenos besos bravos
que un día se medía en doceavos
y en cada parte entraban tus excesos.
No sé dónde pusimos lo besado
magnífica humedad de la destreza
los besos de los pies a la cabeza
adónde están los besos que hemos dado
besos legos y besos que supieron
besos en huecos y en salientes besos
besos malditos besos redentores
Quiero saber, amor, dónde se fueron
que de todos los besos quiero esos
tus besos siempre fueron los mejores.
Otro soneto que deja sabor dulce, muy dulce en la boca. Gracias otra vez por esta mágica presencia de tus poesía en mis mañanas, Valeria.
ResponderEliminarCada vez que entro a leerte, me espera algo que, pareciera, está escrito para mi, por mi.
ResponderEliminarGracias Vale. Tus palabras son nuestros pensamientos, nuestros sentires.
Y si, extraño esos besos.
La compañía es mutua, Carlos, no sé cómo empezó esto pero desde hace meses me despierto con un poema tuyo, que lee mientras desayuno. Qué maravilla.
ResponderEliminarSi el soneto es tu sentir, Kari, entonces es tu soneto. Ya no me pertenece. Qué alegría.
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