sábado, 12 de mayo de 2018



No sé si es porque después de 6 años terminé la trilogía con la que aluciné durante todos estos años, no sé si es porque terminó la vaguada en el conurbano (ese fenómeno climático que llegó desde Chile y nos dejó más de 20 días sin sol), no sé si es porque en el cuerpo percibo el cambio en la dirección del viento (hoy sopla el Pampero sobre Muñiz), o qué, pero desde ayer siento que inicié una nueva etapa, lejos de la belleza cósmica de la imposibilidad. Todo lo vivido es sagrado y no vuelve. La vida sigue, la poesía sigue.  Lo sencillo resplandece: voy a lavar la ropa, a colgarla en la soga bajo el sol, y después voy a ir hasta la avenida a comprarme un lindo cepillo para el cabello y un lápiz labial suave que me sirva de talismán contra las palabras tristes.






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