lunes, 21 de mayo de 2018

Alegrías


Es una alegría que desde el 2016, Paula Novoa, poeta, venga al taller que doy en la librería más linda de Bella Vista. 
El sábado a la tarde, en ese lugar que tanto nos cobija, presentamos "El paso de la babosa", su nuevo libro, editado por Cave Librum.
Esto leí:

El paso de la babosa, de Paula Novoa

Un laberinto puede oficiar como juego, como camino, o como fatalidad, entre las múltiples posibilidades que ofrece un laberinto. 

El paso de la babosa, el nuevo libro de Paula Novoa, nos ubica, en tanto lectores, frente a ese desafío.

¿Qué es el paso de la babosa sino un laberinto brillante?
Novoa arma un recorrido a través de un poema que funciona como primer suelo transitable, luego le siguen 28 poemas distribuidos en las cuatro estaciones: otoño, invierno, primavera y verano, para terminar con una pista extra, un último poema, por si algún lector se perdió en el laberinto.
No es casual que el último acápite se llame pista extra, da cuenta de la dificultad.
Tampoco es casual que el recorrido empiece en otoño y termine en verano. Novoa odia el verano y los días de calor. Así que es entendible que la salida final sea en verano, porque “nosotros no creemos en la felicidad” y, en este libro, no se habla de lo que nos gustaría que fuese, sino de lo que es.
En otoño, la presencia del padre, primer indicio, aparece como la palabra confiable. De ahí se parte. Se parte de la casa familiar y de la palabra dada como única certeza en este mundo. Ese es el lugar del abrigo. 
Invierno es el lugar que no. Invierno, tan amado por Novoa, es el lugar de lo que no pudo ser o de aquello que se decide que no sea porque las condiciones no están dadas: no se lava con lluvia la ropa, no se escribe un epitafio, no se reza porque tal vez esa sea la cura, no son llevado por el basurero, no hace más que repetir la voz, el gato pide lo que no queda, no se saca el almendro.
Sí. Es, tal vez, la parte más terrible del laberinto. Todo lo que se quiso y no se pudo. Es la realidad en el camino que tuerce o modifica lo que fue deseado.
En primavera aparece el afuera, la vida frente al otro, la intuición de que hay algo aún no conocido que sabe que estamos ahí, que lo estamos intentando. 
En verano el laberinto está marcado por la suerte, la fe, la eternidad de lo que está destinado a no suceder, la tristeza.
La pista extra define la mirada de Novoa, su conciencia social. Si uno no logra desplazar el camino de la babosa para volver otro su paso, es probable que termine formando parte de la pista extra. Y aquí no hay juicio de valor, el poema se abre como un lente que muestra parte de una realidad. 
Es un libro cruel. 
Es un libro donde cada poema funciona a modo de fotografía del recorrido, como si desde el primer poema se pudiese ver a la niña que sueña, y se terminara con la mujer que asume y nombra lo que tuvo que dejar en el camino. Por suerte, en el libro, también hay lugar para la esperanza: se visibiliza a través del humor, la empatía y el hecho de poner sal sobre la herida para reconocerla, nombrarla e intentar cambiar la dirección del paso de la babosa.


Valeria Pariso
Muñiz, abril de 2018



Felicitaciones, Paula querida, todo lo mejor para tu nuevo libro.



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