jueves, 26 de abril de 2018


El martes sentí que tenía que imprimir los tres libros que componen la trilogía, con las correcciones en las que estuve trabajando el último mes. Lo hice.
Nunca antes lo había visto todo impreso.
Ayer a la noche mi computadora se apagó,  y ya no encendió más.
Está rota, muerta.
Si no hubiese atendido esa premonición de imprimir el material, es probable que parte de este trabajo que me ocupó desde  el 2012 a la fecha se hubiese perdido.
Pero obedecí mi intuición.
La misma intuición que me acompaña siempre y no sabés cuánto.
Ahora no tengo computadora que funcione pero tengo, en mis manos, los tres libros con sus correcciones.

Una vez más, gracias poesía.

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