sábado, 27 de noviembre de 2021

 

Miro con insistencia los castaños nevados.

Hace mucho tiempo que los miro.

Ahora cae la nieve sobre las ramas y el patio.

Cae desordenada y majestuosa,

como caen los hechos que no esperamos.

Todo es movimiento, me digo,

es preciso atender a la naturaleza:

los castaños reciben la nieve

pero no hubieran podido anticiparla.

Eso es,

debe ocurrir lo mismo con ciertas decepciones.

Nadie puede ver la nieve antes de que empiece a caer,

ni siquiera los castaños,

ni siquiera los pájaros más altos,

ni siquiera los mineros que saben todo

sobre los estallidos y los temblores

podrían haber visto la nieve

antes de que empezara a nevar.

¿Sabrán las monjas cómo se ven de tristes

con su ropa negra caminando sobre la nieve?

¿Acaso ve el ciervo la cuna del cazador?

Así aparecen gestos,

actos, omisiones asombrosas

desmoronándose sobre nosotros.

¿Lo hubiéramos podido prever?

Nieva.

Nieva porque hay cosas

que solo existen cuando caen.


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