Y nosotros
que juntábamos la
lluvia con las manos
invocando al dios
de los ausentes
para que nos sea
dada la alegría
de no perdernos nunca.
Digo nosotros y
es como si mintiera.
Digo nosotros y
alguien no ha venido.
Un día comprendí
la soledad
de no tener que
alimentar a nadie.
Un día las manos
me sobraron
y lloré frente a
la luz de las ventanas.
Un día supe
que lo que me
diste,
lo que cuidé y me
diste,
eran flores para
no regar.
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