domingo, 15 de marzo de 2015

Volver a leer a Pizarnik

Ahora que tengo la alegría de saber que los resultados de la cirugía dieron bien, ahora que me esperan cinco años de controles rigurosos hasta el alta definitiva, vuelvo a leer a Alejandra. Tuve la necesidad de leerla desde que me dieron el diagnóstico.  No podía. Pasaba la mano sobre su Prosa completa y no la abría. Dicen los que saben que a Alejandra no se la puede leer cuando uno está mal, que hay que leerla cuando uno está bien. Creo en eso.  Y si bien yo no estaba mal, tenía miedo de caer. Pizarnik me lleva al silencio. Me hunde en la unión del dolor y el asombro, como si con la misma mano que acaricio a la muñeca más hermosa del mundo  yo le quitara los ojos para no ver.

Hoy volví a leerla:  UNA TRAICIÓN MÍSTICA. Leí con miedo. Leí como quien se va. Leí como quien no se atreve a volver a entrar por temor a ser dolido otra vez. Porque del coraje no se vuelve. Por eso aprendí a estar de pie.

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