miércoles, 26 de diciembre de 2012

A veces, cuando abro los ojos veo chispas chocándose en el aire. Cronopios, tal vez. 
Me acuerdo cuando fui al cementerio de Montparnasse y vi la escultura de un cronopio en la tumba de Cortázar. Ese cronopio no se parece a los míos.
Mis cronopios están sueltos, van de a uno. Se tocan en cámara lenta pero se separan rápido y desaparecen.
En cambio, el cronopio de la tumba de Cortázar es una continuidad: son círculos unidos que van todos hacia arriba, hacia el cielo.
Me pregunto cómo se verán los cronopios desde mi tumba.